sábado, 23 de noviembre de 2019

¿Cómo podemos educar en valores?

Para poder educar en valores, hemos realizado una dinámica que sirve perfectamente para trabajar cualquier valor. 
Para ello, la clase se dividió por grupos, cada uno, buscaría un cuento y una canción que hablara o tratara sobre el valor asignado.
En mi caso, tuvimos que preparar la solidaridad. Buscamos una canción y un cuento que posteriormente adaptamos para que al contarlo a los niños pequeños lo entendieran. La canción elegida fue "Solidaridad" y el cuento este se titula "El Gato generoso". A continuación os dejaré el cuento y el video de la canción. 

"EL GATO GENEROSO"

Había una vez un Gato que vivía en una enorme casa. Sus dueños iban a pasar el invierno en la montaña y le habían dejado mucha comida y bebida para que pudiera pasar el invierno solo.
Un día, observó que una familia de ratones se había instalado en el salón. El gato no le dio importancia, y siguió a lo suyo, como siempre.
Al día siguiente, cuando andaba por casa, observó que faltaba algo de comida donde sus dueños la habían dejado y estaba todo desordenado. El gato no le dio mucha importancia, recogió todo y siguió a lo suyo.
Pero al día siguiente, cuando fue a comer, descubrió que la comida seguía bajando más rápido de lo normal y volvía a estar todo desordenado. La mañana siguiente volvió a pasar lo mismo y así estuvo varios días hasta que descubrió que cuando se iba a dormir, los ratones, iban al saco de comida y se la llevaban a su escondrijo.
- ¡Ay, ladronzuelos! -dijo el gato-. Si no me volvéis a desordenar todo, os dejaré un puñado de comida para vosotros solos.
Cuando al día siguiente el gato comprobó que estaba todo ordenado cumplió su palabra y dejó un gran puñado de comida en el suelo. En cuanto el gato se escondió, los ratones cogieron lo que les había dado y se escondieron de nuevo.
En otra ocasión, el gato observó que el agua que tenía estaba toda tirada por el suelo y la recogió. El gato no le dio importancia y siguió como siempre.
Pero un día vio que había un agujero donde guardaba el agua y se enfadó porque volvió a encontrarse con toda el agua esparcida por el suelo.
- ¡Ay, picarones! -dijo el gato-. Si no volvéis a mordisquear la caja del agua os dejaré para vosotros todos los días.
En cuanto los ratones vieron que el gato dejaba agua para ellos junto con la comida, no volvieron a mordisquear la caja del agua y la comida del gato.
Finalmente llegó el invierno. El gato seguía dejando los restos de comida a los ratones y le ponía un poco más para que no pasaran hambre. Pero ese año fue mucho más largo de lo habitual, y el gato empezó a quedarse sin comida y sus dueños no llegaban todavía.
Los ratones, al darse cuenta de que el gato les dejaba menos comida, salieron a ver qué pasaba. Entonces descubrieron que la despensa estaba casi vacía.
Los ratones, preocupados por su amigo el gato, decidieron ayudarle para que no para hambre. Y así, todas las noches, los ratones salían de su escondite y subían a la mesa del gato agua, frutos y comida que habían almacenado gracias a la generosidad del gato. El gato se sintió muy afortunado de tener tan bueno compañeros. Y así siguieron conviviendo por muchos años.

El gato generoso, adaptación de Rodríguez, E. M. (s.f.). "El gigante generoso".

"SOLIDARIDAD"


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